TENÍA QUE PASAR
Tenía que pasar y al final pasó. El lamentable espectáculo de un grupo de descerebrados (me resisto a llamarles aficionados) el otro día en Montmeló no fue sino la consecuencia de un escándalo anunciado. No se ha hecho esperar las consecuencias desde la prensa extranjera ante tamañana barbaridad, incluso Damon Hill, presidente de la asociación de pilotos británicos, ha pedido la exclusión de los grandes premios a celebrar en España (Montmeló y Valencia).
La afición española, por culpa de un grupito de majaderos, ha quedado en entredicho y, lo que es más grave, las acusaciones de xenofobia e intolerancia planean sobre el concepto que el resto de aficiones tienen sobre nosotros.
Acabamos de llegar, como aquel que dice, al mundo de la Formula 1 y ya la hemos liado.
Siempre ha habido polémicas y discusiones entre pilotos, escuderías, directores técnicos, etc, pero nunca se ha llegado a la bajeza que desgraciadamente vimos en el Circuit en fechas pasadas.
Entiendo que Hamilton y su familia se sientan ofendidos y tristes. Son muchos los sacrificios que se han de hacer, a pesar de estar apadrinado, para llegar a formar parte de la parrilla de los 22 elegidos, y lo digo con conocimiento de causa, para que lleguen cuatro mamarrachos y ensucien este bello deporte. Quizás no esté hecha la fórmula 1 para gente que no la entiende, para gente que es manipulada desde los medios de comunicación, que con el afán de vender más periódicos o conseguir una cuota más alta de pantalla, se dediquen a desinformar en el mejor de los casos. Hemos tenido que soportar una temporada entera escuchando los tendenciosos, en el mejor de los casos, comentarios de Lobato y su adlátere en la televisión. Se han dedicado a tratar de echar a la “afición” en contra de Hamilton que “osó” ser tan rápido como Alonso. No podían tolerar que un recién llegado eclipsara a su cuerno de la abundancia. No se han dado cuenta que no han creado una afición, han creado un monstruo que no entiende de deporte y menos de automovilismo, como ellos.
Este es un deporte en el que todos los que participan, desde cocineros y conductores de camiones, hasta los ingenieros aerodinámicos y pilotos, son lo mejor de cada casa. Lástima que los comunicadores que deben hacer llegar el espíritu del automovilismo no les acompañen. Sus gracias carecen de ingenio y sus críticas son del todo tendenciosas y nefastas. También tiene parte de culpa aquel que no solo consiente sino que además echa leña al fuego (“acabo de salir de la carcel”, dijo ). No me extraña que con todos estos elementos la futbolización de la fórmula-1 haya terminado así. Ya ha desaparecido “El tomate”, que desaparezca esta pareja del puesto de comentaristas, por favor.
La afición española, por culpa de un grupito de majaderos, ha quedado en entredicho y, lo que es más grave, las acusaciones de xenofobia e intolerancia planean sobre el concepto que el resto de aficiones tienen sobre nosotros.
Acabamos de llegar, como aquel que dice, al mundo de la Formula 1 y ya la hemos liado.
Siempre ha habido polémicas y discusiones entre pilotos, escuderías, directores técnicos, etc, pero nunca se ha llegado a la bajeza que desgraciadamente vimos en el Circuit en fechas pasadas.
Entiendo que Hamilton y su familia se sientan ofendidos y tristes. Son muchos los sacrificios que se han de hacer, a pesar de estar apadrinado, para llegar a formar parte de la parrilla de los 22 elegidos, y lo digo con conocimiento de causa, para que lleguen cuatro mamarrachos y ensucien este bello deporte. Quizás no esté hecha la fórmula 1 para gente que no la entiende, para gente que es manipulada desde los medios de comunicación, que con el afán de vender más periódicos o conseguir una cuota más alta de pantalla, se dediquen a desinformar en el mejor de los casos. Hemos tenido que soportar una temporada entera escuchando los tendenciosos, en el mejor de los casos, comentarios de Lobato y su adlátere en la televisión. Se han dedicado a tratar de echar a la “afición” en contra de Hamilton que “osó” ser tan rápido como Alonso. No podían tolerar que un recién llegado eclipsara a su cuerno de la abundancia. No se han dado cuenta que no han creado una afición, han creado un monstruo que no entiende de deporte y menos de automovilismo, como ellos.
Este es un deporte en el que todos los que participan, desde cocineros y conductores de camiones, hasta los ingenieros aerodinámicos y pilotos, son lo mejor de cada casa. Lástima que los comunicadores que deben hacer llegar el espíritu del automovilismo no les acompañen. Sus gracias carecen de ingenio y sus críticas son del todo tendenciosas y nefastas. También tiene parte de culpa aquel que no solo consiente sino que además echa leña al fuego (“acabo de salir de la carcel”, dijo ). No me extraña que con todos estos elementos la futbolización de la fórmula-1 haya terminado así. Ya ha desaparecido “El tomate”, que desaparezca esta pareja del puesto de comentaristas, por favor.
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